jueves, 5 de enero de 2012

Parábolas de Miguel Rodríguez Casellas de El Nuevo Dia 05/01/2012

Parábolas

Miguel Rodríguez Casellas

El filósofo se distancia del interlocutor al proponer una parábola moralizante de alegado alcance reflexivo. El punto “A” se hermana al remoto “B” mediante un análogo regodeo parabólico. La bala cambia de opinión al momento de alcanzar su máxima altura, y así regresa arrepentida, decidida y veloz, en parabólico curso autogestor. Hay en la parábola ascenso y caída, desarrollo y desenlace, exposición y resolución catártica, sea literatura, geometría o balística.

Es predecible la parábola. Por eso su matemática trayectoria sirve de metáfora para describir cualquier relato que persigue un reductivo fin didáctico mediante analogías, donde la duda inicial confluye en certeza definitiva.

Toda figura retórica sufre desgaste. Sobre todo las parábolas, que rutinizan los contenidos como cualquier villancico yaucano, volviéndose inmunes a futuros brotes de contradicción y antagonismo crítico. Así llega a ser costumbre celebrar la Navidad con imaginarios de guerra y paz, balas y cascabeles.

Navidad es recrear la llegada y muerte del inocente, desde el mítico Cristo a las víctimas de despedida de año. La práctica hace la perfección del individuo que anualmente dispara a las alturas, y del ojo mediático que explota a sus víctimas en simétrica complicidad.

Es obvio que las narrativas parabólicas ya no transforman conciencias. ¿Será que la lateralidad discursiva ha dejado de funcionar? ¿Se habrán vuelto obsoletas las elaboradas parábolas de los evangelistas bíblicos frente a una audiencia que sólo responde al diálogo confrontacional y violento?

Desde el cinismo distante podría uno decir que el tiro asesino de fin de año, tan típico como el tembleque y los pasteles, desbanca el mito navideño y la bondad bobalicona de la que alega ser portador el boricua promedio. Desde esa perspectiva, lo más honesto de la Navidad es esa bala imprudente, la que destierra la mentira de amor universal y naturaliza la violencia terrenal. A fin de cuentas, el cordero que quita el pecado del mundo nació para ser ultimado.

Parábolas embellecen el histórico crimen. Parábolas de balas perdidas surcan los cielos recreándolo. Pasajera es la indignación, como pasajero es el aroma a pólvora fresca y pino importado.

El autor en profesor de la Escuela de Arquitectura de la Politécnica.

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